Continúa la travesía. Nueva parada. Nuevo puerto. Nuevos retos. CONVIVIR, PERTENECER, difícil lo tenemos. Pero nos crecemos ante los retos y aún más si son difíciles. Somos maestros, ¿no? Pues ya está claro. Un paso más y adelante siempre. A continuar remando.
DORI COVADONGA
Pertenecemos
al mismo barco; los remos, a veces, distintos. Para remar juntos lo primero que
necesitamos es querer que el barco avance, sabiendo que en equipo se puede
llegar antes al puerto, al objetivo que nos marquemos.
Y
si un remo no funciona, no podemos evadir la responsabilidad de ayudar a quien
lo necesite, echar el ancla y quizás encontrar nuevos caminos para llegar a
buen puerto.
Una
vez en el barco, podíamos decidir qué tarea íbamos a realizar. Éramos una de
las piezas del puzzle multicolor y había que trabajar en grupo ante un reto
marcado. Cada grupo de marineros empieza su tarea sin saber muy bien cuál es el
trabajo de los demás grupos. El supuesto capitán, al timón, observa el
movimiento de los tripulantes. Está presente, pero no da pistas.
Así
pues, comenzamos con espacios de colores y retos distintos, todos ellos en
torno a dos palabras clave: pertenencia y convivencia. Y un elemento motivador:
el juego como elemento cohesionador del grupo. Todos tenemos que llegar al
mismo puerto. Sabemos que en el momento que alguien llegue todos los demás
seguiremos el camino. Así que tenemos claro que hay que ayudar, colaborar para
descubrir el camino. Risas, desilusiones, traspiés, ayuda, colaboración,
memoria visual,… Todos tenemos claro a qué puerto hay que arribar.
Iniciamos
el camino. Surgen las dificultades, pero tenemos claro que no siempre se puede
mantener un ritmo armónico al remar, que el cansancio puede hacernos reducir el
ritmo y que el barco se puede desequilibrar. Si no trabajamos juntos, el barco
no avanza. El esfuerzo individual no lleva a nadie a llegar el primero a meta.
Sólo se llega a puerto remando juntos. Si la tripulación se concentra en el
mismo objetivo, resulta mucho más fácil alcanzarlo. Trabajar juntos es
esencial, no ceder a la tentación de remar más rápido que el resto. No se trata
de una competición individual, sino de equipo.
Con
la tarea acabada, la tripulación se reúne en cubierta y escucha atentamente al
almirante. Hay que llegar al tesoro que guarda celosamente el capitán en su
cofre. Y nadie puede quedarse en el camino. Todos tenemos que llegar.
Hay que acostumbrarse a las tormentas, a las fuertes olas;
aceptar que siempre hay nuevos caminos que pueden llevarnos a conseguir el
objetivo marcado, sin temer al error ni a lo nuevo. El que no hace, nunca podrá
equivocarse. Nuestros intereses, motivación están unidos al sentimiento de que
pertenecemos a una comunidad que puede compartir intereses y aspiraciones
comunes. Sin un sentido de pertenencia, las personas se sienten menos motivadas
y tienen menos probabilidades de persistir ante los obstáculos.
Una
vez más lo hemos conseguido. ¡¡Todos hemos aportado algo!!Y hemos disfrutado en
el camino. A veces, no es fácil convivir en el mismo barco. Nuevas
metodologías, nuevos caminos,…
Continuamos...¡A
buscar un nuevo puerto! Esto se pone cada vez más emocionante…
¡Qué "estilosas", hasta en canoa! Gracias, Cova. Gracias Dori.
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