sábado, 8 de febrero de 2014

¡Tierra a la vista!

En este mar por el que navega nuestra barca nos encontramos, unas travesías más y otras menos, con tempestades. Ahí hemos de estar toda la marinería y los oficiales a una si queremos llegar a buen puerto.
Somos ya lobos de mar la mayoría y recordamos motines fracasados, convivencias duras, travesías imposibles,...pero la experiencia nos demuestra que tras la tempestad siempre llega la calma que finalmente nos permite arribar a buen puerto.
Es ahí, en el éxito conseguido, en el logro común, cuando nos sentimos una tripulación.
Si uno cae es, en este caso, imprescindible. Un marinero no puede hacer el trabajo del engrasador y del contramaestre a la vez y con la misma eficacia que antes lo hacían los dos. Se le echa de menos en el sentido práctico y se le recuerda en el día a día.
Es el trabajo individual y colectivo elevado a la máxima potencia porque nuestro mar es inestable y, somos nosotros, la tripulación de la barca de las emociones, quienes tenemos que luchar contra los caprichos de la naturaleza con sus leyes impuestas.
Pero ahí estamos. Somos duros y los años nos han curtido, nos han enseñado a mirar lejos, al horizonte, a conocer la costa, sortear los bajos, buscar rutas alternativas, ...
Las travesías son distintas, la marinería y los oficiales cambian, incluso la barca y su bandera, pero la carga es siempre la más preciada. Es ésta lo que no podemos dejar que se pierda porque nuestros errores no pueden enterrarse, caminarán siempre por el mar del mundo.
Así que tiremos tod@s por el aparejo. ¡Hay que subirlo a bordo porque ya se ve...tierra!
¡Bienvenid@s a nuestra barca!

1 comentario:

  1. Sí, Mª Jesús, ¡Tierra a la vista! La mirada de los años también tiene la perspectiva, la experiencia y el amor suficiente para generar los cambios... Fantástico relato. Gracias

    ResponderEliminar