martes, 4 de febrero de 2014

EL MISMO BARCO, DIFERENTES REMOS


Continúa la travesía. Nueva parada. Nuevo puerto. Nuevos retos. CONVIVIR, PERTENECER, difícil lo tenemos. Pero nos crecemos ante los retos y aún más si son difíciles. Somos maestros, ¿no? Pues ya está claro. Un paso más y adelante siempre. A continuar remando.

                     DORI                                 COVADONGA

Pertenecemos al mismo barco; los remos, a veces, distintos. Para remar juntos lo primero que necesitamos es querer que el barco avance, sabiendo que en equipo se puede llegar antes al puerto, al objetivo que nos marquemos.

Y si un remo no funciona, no podemos evadir la responsabilidad de ayudar a quien lo necesite, echar el ancla y quizás encontrar nuevos caminos para llegar a buen puerto.

Una vez en el barco, podíamos decidir qué tarea íbamos a realizar. Éramos una de las piezas del puzzle multicolor y había que trabajar en grupo ante un reto marcado. Cada grupo de marineros empieza su tarea sin saber muy bien cuál es el trabajo de los demás grupos. El supuesto capitán, al timón, observa el movimiento de los tripulantes. Está presente, pero no da pistas.

Así pues, comenzamos con espacios de colores y retos distintos, todos ellos en torno a dos palabras clave: pertenencia y convivencia. Y un elemento motivador: el juego como elemento cohesionador del grupo. Todos tenemos que llegar al mismo puerto. Sabemos que en el momento que alguien llegue todos los demás seguiremos el camino. Así que tenemos claro que hay que ayudar, colaborar para descubrir el camino. Risas, desilusiones, traspiés, ayuda, colaboración, memoria visual,… Todos tenemos claro a qué puerto hay que arribar.

Iniciamos el camino. Surgen las dificultades, pero tenemos claro que no siempre se puede mantener un ritmo armónico al remar, que el cansancio puede hacernos reducir el ritmo y que el barco se puede desequilibrar. Si no trabajamos juntos, el barco no avanza. El esfuerzo individual no lleva a nadie a llegar el primero a meta. Sólo se llega a puerto remando juntos. Si la tripulación se concentra en el mismo objetivo, resulta mucho más fácil alcanzarlo. Trabajar juntos es esencial, no ceder a la tentación de remar más rápido que el resto. No se trata de una competición individual, sino de equipo.

Con la tarea acabada, la tripulación se reúne en cubierta y escucha atentamente al almirante. Hay que llegar al tesoro que guarda celosamente el capitán en su cofre. Y nadie puede quedarse en el camino. Todos tenemos que llegar.
Hay que acostumbrarse a las tormentas, a las fuertes olas; aceptar que siempre hay nuevos caminos que pueden llevarnos a conseguir el objetivo marcado, sin temer al error ni a lo nuevo. El que no hace, nunca podrá equivocarse. Nuestros intereses, motivación están unidos al sentimiento de que pertenecemos a una comunidad que puede compartir intereses y aspiraciones comunes. Sin un sentido de pertenencia, las personas se sienten menos motivadas y tienen menos probabilidades de persistir ante los obstáculos.
Una vez más lo hemos conseguido. ¡¡Todos hemos aportado algo!!Y hemos disfrutado en el camino. A veces, no es fácil convivir en el mismo barco. Nuevas metodologías, nuevos caminos,…

Continuamos...¡A buscar un nuevo puerto! Esto se pone cada vez más emocionante…














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